Seguramente en un simple posteo no vamos a poder contestar semejante cuestión. Sin embargo, el mero ejercicio de intentar hacerlo nos resulta valioso en pos seguir pensando la incorporación de tecnologías digitales, en este caso netbook, e Internet en las instituciones educativas.
Partimos de la base que la brecha digital no se reduce con la entrega de equipamiento, sino que se requieren de múltiples estrategias que posibiliten una apropiación del mismo. En este sentido, recuperando a Ma. T. Lugo, se puede pensar que al momento de que todos los niños dispongan del artefacto se evidencia otra brecha, que no es nueva ni surge con las tecnolgías, la cultural.
En este sentido, en el proceso, en el cómo generar el cambio y la apropiación, es donde, creemos, mayor énfasis tienen que hacer las políticas de inclusión digital educativa. Dado que de lo contrario el uso que se le dé va a responder más a los intereses y contenidos de la industria cultural que aquellos que posibiliten a construir la igualdad de oportunidad.
Si la política encarnada, actualmente, en el modelo 1 a 1 no contempla las características institucionales de cada una de las escuelas, y con ella las de su población, así como las trayectorias tecnológicas de las mismas lejos estarán de lograrse los tan preciados y necesarios cambios sociales que pregona.
Es por ello que, hasta el momento, éste es un efecto esperado más que un efecto medido. Será necesario trabajar profundamente para alcanzarlo, dado que en última instancia se está pensando en reformar, transformar y reconfigurar a la escuela.
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