Lucila puso el tema sobre la mesa y es uno que a mi me ha inquietado desde hace ya un tiempo. Cuando algo es tan masivo, tan grande, tan acaparador a mí me produce muchas incertidumbres por su capacidad de arrasar. El año pasado cuando fue el lanzamiento oficial de este proyecto de Negroponte y el MIT empecé a sentir ese efecto arrasador del proyecto. La información inundó la red con una efusividad impresionante sin que prácticamente se oyeran voces disidentes. Poco tiempo después tuve la oportunidad de leer un escrito crítico, que refería a otros también disidentes, en el que se cuestionaba el proyecto comparando experiencias y ofreciendo marcos distintos para su definición. Me pareció muy interesante como punto de partida de una visión crítica frente a una ‘solución genial’ que más pronto que tarde llegaría a nuestras latitudes y lo traduje.
Luego intenté un análisis del tema desde el concepto de Brecha Digital (desde Castells). Dado que hay muchos elementos que inciden en la Brecha Digital, la solución que plantea esta iniciativa es incompleta. Se trata de una decisión que afecta básicamente la capa física y se centra en la conexión y en facilitar el instrumento que da el acceso a Internet, en dar una herramienta para la educación. El problema es que se dejan de lado muchos otros elementos que son necesarios para conectar a las personas y lograr que la ‘conexión´ dé sus frutos. La inversión de los Estados en estos computadores es muy alta (aunque el precio sea bueno) y no es integral. En la decisión de la inversión deben considerarse muchos otros factores.
La última vez que me referí a este tema fue a raíz de un artículo de un periodista argentino en el que se explicaba como se había incluido a Argentina dentro de los siete países ‘elegidos’ para dar inicio al proyecto. Era el relato de una decisión en la que el boom mediático y la promesa de una solución mágica había dado frutos inmediatos. Todo parecía indicar que Argentina, como lo confirma Lucila, no necesitaba considerar otros aspectos de la decisión y solo restaba ¡seguir adelante!
Aparentemente los Estados están adoptando su decisión solo con base en la capa física del sistema eduactivo. Esta es abrumadoramente acogida sin analizar opciones existentes y olvidando/desconociendo las capas lógicas y de contenidos (como la forma de integrar todo en el proyecto educativo de cada país, la capacitación docente, el entrenamiento de los profesores, etc). Colombia, por supuesto, no ha sido la excepción.
Si en la capa física las decisiones ya están tomadas, es necesario abrir el debate para decidir lo que falta. Vale decir, prácticamente, todo. Los gobiernos están comprometiendo fuertes sumas de su presupuesto y endeudándose para llevar unos muebles a una casa que aun no han comprado, una casa en la que ni siquiera han pensado como la quieren, ni en donde, ni cual es el presupuesto del que disponen y de la cual no se sabe nada. Sin embargo, no importa, no importa … ¡los muebles serán entregados muy pronto!
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